jueves, 16 de diciembre de 2010

SEGUNDO TRABAJO: POMPEYA. a) La bahía de Nápoles. Principales núcleos urbanos y el Vesubio.

El golfo de Nápoles (en italiano, Golfo di Napoli) es un golfo del mar Tirreno (mar Mediterráneo) que se encuentra en la costa suroeste de Italia. En el golfo se encuentra, al norte, la ciudad de Nápoles -capital de la región de la Campania- y la ciudad de Pozzuoli. Como lugares a destacar encontramos la antigua ciudad romana de Pompeya y el volcán Vesubio, situado al este del golfo. Al sur, cierra el golfo, la península Sorrentina, cuya principal ciudad es Sorrento. Esta península separa al golfo de Nápoles del golfo de Salerno.
El golfo está limitado por las islas de Capri, Isquia y Procida. La región es un importante destino turístico en Italia por las ruinas romanas cercanas de Pompeya y Herculano, destruidas durante la erupción del Vesubio del 79.

Antes de dicha erupción del Vesubio el 24 de agosto del 79 d. C., las ciudades más importantes que se asomaban al Golfo de Nápoles eran Herculano, Oplontis, Pompeya y Stabia.

-HERCULANO: actualmente Ercolano, era una antigua ciudad romana de la región de Campania, más pequeña y más rica que Pompeya. Hoy es conocida por haberse conservado, junto con Pompeya, debido al hecho de haber sido enterrada en las cenizas de la erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79. Muchos de sus habitantes perecieron debido al flujo piroclástico de la erupción, y la ceniza modeló sus cuerpos con la postura que éstos tenían en el momento de morir.
El primer descubrimiento importante de esqueletos romanos del siglo I tuvo lugar en Herculano. Dado que los romanos generalmente practicaban la cremación hasta el siglo III, resulta difícil encontrar huesos anteriores a esa fecha. Las excavaciones realizadas en la década de 1990 en el área del puerto de Herculano sacaron a la luz más de 200 esqueletos de diversas edades, sexos y condición social.

La más famosa de las lujosas villas herculanas es la Villa de los Papiros identificada como el fastuoso retiro con vistas al mar de Lucio Calpurnio Piso Caesomnio, suegro de Julio César.

-POMPEYA: La ciudad fue fundada en el Siglo VII a. C. por los oscos, un pueblo de la Italia central, en una colina cerca de la desembocadura del río Sarno, utilizada previamente como puerto seguro por navegantes griegos y fenicios. Cuando los etruscos suponían una amenaza, Pompeya se alió con los griegos, quienes dominaban la bahía de Nápoles. En el siglo V a. C. los Samnitas conquistaron Pompeya y otras ciudades de la región (Campania). Los nuevos gobernantes impusieron su arquitectura y ampliaron la ciudad. Se cree que durante la dominación samnita, los romanos conquistaron la ciudad durante un corto período, pero esas teorías nunca han podido ser verificadas.

Pompeya participó en la guerra que las ciudades de la Campania iniciaron contra Roma, pero en el año 89 a. C. fue asediada por Lucio Cornelio Sila. Aunque las tropas de la Liga Social, comandadas por Lucio Clemento ayudaron en la resistencia a los romanos, en el año 80 a. C. Pompeya se vio obligada a aceptar la rendición tras la conquista de Nola. Después de éste episodio se convirtió en una colonia con el nombre de Colonia Cornelio Veneria Pompeianorum'. La ciudad se transformó en un importante punto de paso de mercancías que llegaban por vía marítima y que eran enviadas hacia Roma o hacia el sur de Italia siguiendo la cercana Via Appia.

En el año 62 un terremoto dañó seriamente Pompeya y otras ciudades cercanas. Durante el período que va entre ese año y el 24 de agosto del año 79, año de la erupción del Vesubio, la ciudad fue reconstruida, quizá con mayor suntuosidad en los edificios y el arte que antes. En el momento de la erupción, la cercanía de las próximas elecciones para ocupar cargos públicos servía de acicate a los más ricos de la ciudad para destinar dinero a la reparación de templos y otros edificios públicos, intentando ganarse así el voto popular. Varios de estos edificios conservan placas en honor de sus reparadores.

- OPLONTIS: era una ciudad cercana a Pompeya, Italia. Es mencionada por la tabla de Peutinger sobre el emplazamiento de lo que hoy es Torre Annunziata, en la provincia de Nápoles, en la región de Campania.

Se trata probablemente de un suburbio semiurbano de Pompeya cuyas viviendas eran nuevas residencias para el otium, o de las casas confiscadas a los samnitas por el sistema de deductio después de la guerra social que estalló en el año 90 a. C. y ocupadas por los colonos romanos. El 24 de agosto del año 79, el Vesubio entró en erupción y la enterró bajo una capa de ceniza.

b) La erupción del Vesubio. Características. Efectos de la misma en el entorno del volcán.

El monte Vesubio (italiano: Monte Vesuvio; latín: Mons Vesuvius) es un volcán activo del tipo vesubiano situado frente a la bahía de Nápoles y a unos nueve kilómetros de distancia de la ciudad de Nápoles. Se encuentra en la provincia de Nápoles, perteneciente a la región italiana de la Campania. Tiene una altura máxima de 1.871 metros sobre el nivel del mar y se alza al sur de la cadena principal de los Apeninos.
Es famoso por la erupción que en el año 79 sepultó a las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, permitiendo conservarlas intactas hasta que se redescubrieron en el siglo XVI, aunque las excavaciones sistemáticas comenzaron en 1738 y 1748, respectivamente. Hoy ambas ciudades son emplazamientos arqueológicos que permiten investigar la cultura romana y la vida de unas ciudades que han permanecido sin alteraciones desde la Edad Antigua. La erupción del año 79 supone, asimismo, la primera descripción histórica de una erupción vesubiana, realizada por Plinio el Joven, poco después de que sucediera. Debido a esto, los volcanes vesubianos son también conocidos como plinianos, y así también, por extensión, ese tipo de erupciones. Ha entrado en erupción muchas veces y hoy es considerado como uno de los volcanes más peligrosos del mundo, por la población de 3.000.000 de personas que viven en sus inmediaciones y la tendencia del Vesubio a tener erupciones explosivas.

1: Nube volcánica 2: Canal de magma 3: Expulsión de las cenizas volcánicas 4: Estrato de lava y cenizas 5: Estrato geológico 6: Cámara de magma
Otras erupciones importantes son, secuencialmente, las del 472, 512, en 1631, seis veces en el siglo XVIII, ocho veces en el siglo XIX (notable la de 1872), y en 1906, 1929, y 1944. No ha habido erupciones desde 1944. Las erupciones variaron en gran medida en la gravedad, y se caracterizaron por explosivos estallidos. En ocasiones, las erupciones han sido tan grandes que la totalidad de la Europa meridional ha sido cubierta por cenizas; en 472 y en 1631, las cenizas del Vesubio cayeron sobre Constantinopla (Estambul), cubriendo una extensión aproximada de unos 1.600 km. Desde 1944, los desprendimientos de tierras del cráter han levantado nubes de polvo y ceniza, las cuales han provocado falsas alarmas de erupciones.
La erupción del 79 fue precedida por un potente terremoto, 17 años antes, el 5 de febrero del 62, que causó la destrucción general alrededor de la bahía de Nápoles, y en particular de Pompeya. Algunos de los daños no habían sido aún reparados cuando el volcán entró en erupción. Sin embargo, este suceso pudo ser un suceso de carácter tectónico en lugar de estar asociado con el redespertar del volcán.
Zona afectada por la erupción del año 79.
Los romanos se acostumbraron a los débiles temblores de tierra de la región. El naturalista Plinio el Joven escribió que ellos "no estaban en particular alarmados, ya que los temblores eran frecuentes en Campania". A principios de agosto del 79 hubo sacudidas. Pequeños terremotos comenzaron a tener lugar el 20 de agosto del 79, llegando a ser más frecuentes los cuatro días siguientes, pero las advertencias no fueron escuchadas (hay que señalar que los romanos no conocían el concepto de volcán, sólo de una vaga idea sobre montañas similares como el monte Etna, hogar de Vulcano), y en la tarde del 24 de agosto, una catastrófica erupción del volcán empezó. La erupción devastó la región, sepultando Pompeya y otras poblaciones. Por casualidad, la fecha era la de la Vulcanalia, el festival del dios romano del fuego.
La erupción del Vesubio del 24 y 25 de agosto del año se desarrolló en dos fases: una erupción pliniana que duró de 18 a 20 horas y produjo una lluvia de pumita en dirección al sur del cono que aumentó la profundidad en 2,8 m en Pompeya mediante un flujo piroclástico, y una nube ardiente en la segunda, una fase peleana que llegó hasta Miseno y que se concentró en el oeste y el noroeste. Dos flujos piroclásticos sepultaron Pompeya, quemando y asfixiando a los rezagados que permanecieron allí. Oplontis y Herculano recibieron la peor parte de los flujos y fueron enterradas por cenizas y depósitos piroclásticos.

Plinio el Joven

El único superviviente y testigo ocular fiable relata que el suceso fue registrado por Plinio el Joven en una famosa carta remitida al historiador Tácito. Lo observó desde Miseno (latín: Misenum), (cabo junto a Cumas y distante unos 35 km del volcán), mientras que su tío que andaba por terreno peligroso, vio una extraordinariamente densa, cambiante y creciente nube apareciendo encima de la montaña:
Se encontraba en Miseno al mando de la flota. El 24 de agosto, como a la séptima hora, mi madre le hace notar que ha aparecido en el cielo una nube extraña por su aspecto y tamaño. Él había tomado su acostumbrado baño de sol, había tomado luego un baño de agua fría, había comido algo tumbado y en aquellos momentos estaba estudiando; pide el calzado, sube a un lugar desde el que podía contemplarse mejor aquel prodigio. La nube surgía sin que los que miraban desde lejos no pudieran averiguar con seguridad de qué monte (luego se supo que había sido el Vesubio), mostrando un aspecto y una forma que recordaba más a un pino que a ningún otro árbol. Pues tras alzarse a gran altura como si fuese el tronco de un árbol larguísimo, se abría como en ramas; yo imagino que esto era porque había sido lanzada hacia arriba por la primera erupción; luego, cuando la fuerza de esta había decaído, debilitada o incluso vencida por su propio peso se disipaba a lo ancho, a veces de un color blanco, otras sucio y manchado a causa de la tierra o cenizas que transportaba. A mi tío, como hombre sabio que era, le pareció que se trataba de un fenómeno importante y que merecía ser contemplado desde más cerca.

Imagen del Vesubio desde una distancia semejante a la que tuvo que observar Plinio el Joven el día de la erupción y que remite a Tácito en una de sus cartas.
Se calcula en la actualidad que la columna eruptiva tenía más de 32 km de altura.
Luego, Plinio, describió la nube precipitándose hacia las laderas de la montaña y cubriendo todo a su alrededor, incluyendo la costa. Esto es conocido hoy en día como un flujo piroclástico, que es una nube de gas supercaliente, ceniza, y roca que erupciona desde un volcán. Los geólogos han utilizado las características magnéticas de unas 200 rocas volcánicas y trozos de escombros (por ejemplo tejas) encontrados en Pompeya para estimar la temperatura de este flujo piroclástico (cuando rocas fundidas y solidificadas y minerales magnéticos en las rocas, registran la dirección del campo magnético de la Tierra, si el material es calentado a una cierta temperatura, conocido como el punto de Curie o (Tc), el campo magnético puede ser modificado o completamente recompuesto). Muchos de los materiales analizados experimentan temperaturas entre 240º y 340º (con unas pocas presentando temperaturas de sólo 180°). Esto indica que la nube de ceniza alcanzó una temperatura de 850º cuando emergió de la boca del Vesubio y se enfrió por debajo de 350° cuando llegó a Pompeya. La teoría es que la turbulencia puede tener mezclado aire frío en la nube de ceniza. Esto es llamado en la actualidad el estado pliniano de la erupción, denominado así por ambos Plinios, el Joven y el Viejo.
Plinio manifestó que varios temblores de tierra fueron percibidos en el momento de la erupción y que fueron seguidos por una violentísima sacudida del terreno. También apuntó que la ceniza iba cayendo en espesísimas capas y que la ciudad iba siendo evacuada, y que entonces el sol fue tapado por la erupción y que la luz cedió ante la oscuridad. Además, que el mar fue ocultado y que fue contenido por un "terremoto", un fenómeno que los modernos geólogos llaman tsunami.

Plinio el Viejo



El tío de Plinio el Joven, Plinio el Viejo, estaba mientras tanto al mando de la flota romana en Miseno, en el extremo opuesto de la bahía, y decidió fletar varios barcos para investigar el fenómeno a punto de suceder. La flota tuvo además la misión de rescatar a aquellos que permanecían al pie del volcán cuando, estando a punto de partir, un mensajero llegó con la misiva de una amiga de Plinio que vivía en la costa cercana al pie del volcán implorándole que la rescatara. Él salió para cruzar la bahía, pero se encontró con espesas lluvias de cenizas calientes, pedazos de pumita y trozos de roca que, alterando la línea de la costa y las profundidades de las aguas, le obstaculizaron el acceso a la orilla y le impidieron desembarcar allí. El viento del sur reinante también se sumó para impedirle desembarcar, pero siguió hacia el sur hasta Estabia (a unos 4,5 km de Pompeya), donde desembarcó y obtuvo refugio de su amigo Pomponiano. Pomponiano tenía ya cargado un barco con sus posesiones y preparado para partir, pero el viento sopló en su contra.
Ilustración de George Julius Scrope.
Plinio y su grupo vieron llamas viniendo desde varias partes de la montaña (probablemente oleadas de flujos piroclásticos, las cuales más tarde destruirían Pompeya y Herculano). Tras quedarse durante la noche, el grupo decidió evacuar a pesar de la lluvia de tefra porque de seguir allí la amenazadora y violenta tierra derrumbaría el edificio. Plinio, Pomponiano y sus compañeros volvieron hacia la playa con almohadas atadas en sus cabezas para protegerlas de la avalancha de rocas. Al mismo tiempo, había tanta ceniza en el aire que el grupo apenas veía a través de la oscuridad y necesitaba antorchas y fanales para encontrar el camino. Llegaron hasta la playa, pero se encontraron con que el agua, para colmo, les interrumpía con violencia por los continuos terremotos, y descartaba la huida sin riesgo por mar.
Plinio el Viejo se desplomó y murió. En la primera carta a Tácito, su sobrino insinúa que fue debido a la inhalación de venenos, sulfurosos o gases.
Mi tío decidió bajar hasta la playa y ver sobre el lugar si era posible una salida por mar, pero este permanecía todavía violento y peligroso. Allí, recostándose sobre un lienzo extendido sobre el terreno, mi tío pidió repetidamente agua fría para beber. Luego, las llamas y el olor del azufre, anuncio de que el fuego se aproximaba, ponen en fuga a sus compañeros, a él en cambio le animan a seguir. Apoyándose en dos jóvenes esclavos pudo ponerse en pie, pero al punto se desplomó, porque, como yo supongo, la densa humareda le impidió respirar y le cerró la laringe, que tenía de nacimiento delicada y estrecha y que con frecuencia se inflamaba. Cuando volvió el día (que era el tercero a contar desde el último que él había visto), su cuerpo fue encontrado intacto, en perfecto estado y cubierto con la vestimenta que llevaba: el aspecto de su cuerpo más parecía el de una persona descansando que el de un difunto.
Sin embargo, Estabia que se hallaba a 16 km de la caldera (más o menos donde está la actual ciudad de Castellammare di Stabia) y sus compañeros, no fueron aparentemente afectados por los humos; probablemente dada la corpulencia de Plinio, murió por una causa diferente, quizá de un golpe o un infarto. Su cuerpo fue hallado sin heridas aparentes el 26 de agosto. Después la pluma ha dispersado suficientemente su historia a los cuatro vientos.
Interior del cráter del Vesubio.

Víctimas de la erupción.

Además de Plinio, las únicas otras víctimas nobles conocidas de las que se sabe su nombre fueron Herodes Agripa II (hijo de Drusila y del procurador romano Antonio Félix y su esposa).
Se estima que en Pompeya vivían de unas 10.000 a 25.000 personas, (en inglés) mientras que en Herculano se estima que debía tener una población de unos 5.000. No se sabe cuánta gente pereció por la erupción, aunque han sido recuperados unos 1.150 restos de cuerpos; para afinar la cifra habría que hacer moldes con sus impresiones en los depósitos de ceniza y los alrededores de Pompeya. En Herculano se han hallado restos de unos 350 cuerpos (300 en criptas arqueadas descubiertas en 1980). Sin embargo, estos números podrían indicar un enorme e infravalorado número del total de muertes en la región afectada por la erupción.
El 38% de las víctimas de Pompeya se hallaron en los depósitos de ceniza; la mayoría dentro de edificaciones. Se cree que murieron principalmente por el derrumbe de los tejados. Fuera de los edificios se encontró un escaso número de víctimas, que probablemente murieron por caídas de tejas o de grandes rocas proyectadas por el Vesubio. Esto difiere de la experiencia actual, puesto que en los últimos cuatrocientos años sólo un 4% de las víctimas murieron por lluvia de cenizas durante erupciones explosivas. El 62% restante de restos hallados en Pompeya], lo fueron en las oleadas de depósitos piroclásticos, y por lo tanto, murierion debido a ellas; probablemente por una combinación de asfixia, durante la inhalación de ceniza, la onda expansiva y los escombros proyectados a su alrededor. En contraste con las víctimas halladas en Herculano, el examen de la ropa, de los frescos y de los esqueletos demuestra que es poco probable que las altas temperaturas fueran una causa significativa.
Herculano, mucho más cercana al cráter, se salvó de la avalancha de tefra gracias a la dirección del viento, aunque quedó sepultada bajo 23 m de material depositado por oleadas piroclásticas. Es probable que la mayoría, o todas las víctimas de esta ciudad murieran por las oleadas, particularmente por las pruebas de altas temperaturas halladas en los esqueletos de las víctimas encontradas en las criptas arqueadas, y la existencia de madera carbonizada en muchos de los edificios.
Pompeya y Herculano nunca fueron reconstruidas, aunque sobrevivieron habitantes de dichas ciudades y probablemente los saqueadores emprendieron un intensivo y salvaje trabajo tras las destrucciones. La erupción cambió el curso del río Sarno y levantó la playa, por eso Pompeya no tiene hoy ningún río ni está adyacente a la costa.
La localización de las ciudades fue olvidada hasta su accidental redescubrimiento en el siglo XVIII. El propio Vesubio ha experimentado grandes cambios: sus laderas están desprovistas de vegetación y su cumbre ha cambiado considerablemente debido a la fuerza de la erupción.

Fecha de la erupción

La erupción del año 79 fue documentada por historiadores contemporáneos y se acepta universalmente que comenzó el 24 de agosto. No obstante, las excavaciones arqueológicas de Pompeya indican que la ciudad fue enterrada un par de meses después. Por ejemplo, apareció gente enterrada que llevaba puesta ropa abrigada siendo que en agosto debían vestir ropa ligera. La fruta fresca y los vegetales de las tiendas son típicas de octubre, y en cambio la fruta estival que tendría que ser propia de agosto estaba ya vendida, seca o en conserva. Las jarras de vino fermentado habían sido selladas, lo que tenía lugar hacia el final de octubre. Las monedas encontradas en el bolso de una mujer sepultada en ceniza incluían una pieza conmemorativa que habría sido acuñada a finales de septiembre.

 

c) Las excavaciones. Inicio y desarrollo de las mismas.

Las excavaciones en el período de los Borbón (1748-1815)
Un manido lugar común revela que las primeras excavaciones en el área del Vesubio, por voluntad de los Borbón, representan la antitesis del modelo de conducción de la búsqueda arqueológica.
Enteros edificios tanteados con la única finalidad de saquear los tesoros, luego cubiertos o incluso destruidos para evitar que otros pudieran adueñarse de pinturas que no se creía mereciera la pena llevar.

En efecto, en la primera mitad del siglo XVIII, la arqueología, lejos de ser considerada como una ciencia, se consideraba como un simple instrumento operativo del coleccionismo, por lo tanto un pasatiempo de ricos nobles que podían permitirse gastos semejantes para alimentar el debate en las tertulias.
En las técnicas de excavación, la necesidad de hacer frente a problemas de preservación y fruición ha obligado a la afirmación progresiva de la arqueología como disciplina y a la asignación a los bienes arqueológicos de un valor para la sociedad.
El mismo Carlos de Borbón, rey ilustrado, comprendió que tenía que dar una trayectoria totalmente diferente a una obra que había sido empezada sólo por motivos de gloria de una dinastía.
La búsqueda no interesaba solo a nobles refinados, sino que todo el Estado utilizaba el aparato público, el cuerpo militar de ingenieros. En 1759 el rey creó la Accademia Ercolanese para que describiera de manera científica los monumentos revelados.
En la etapa inicial, las exploraciones tuvieron lugar de manera no orgánica en los varios puntos del área donde se tenía noticias de la emersión de hallazgos, en particular en el complejo de Julia Félix, en la Villa de Cicerón, y en edificios de la región VIII, que fueron sucesivamente enterrados de nuevo.
Entre los años 60 y 70 la búsqueda se concentró en núcleos compactos de edificios que fueron dejados a la vista. La exploración del sitio siguió en la Puerta de Herculano, con el desentierro al externo, en la Calle de los Sepulcros, de varios monumentos funerarios y de la Villa de Diomedes, y al interior de la Casa del Cirujano y de parte de la insula occidentalis. Se puso también mano a la excavación de edificios públicos en el área de los teatros, del Foro Triangular y del Templo de Isis.
En enero de 1799, los franceses del general Championnet conquistaron Nápoles y proclamaron la Primera República Partenopea. Fernando I fue destituido pocos años después, en 1806, por José Bonaparte, que dio nuevo estímulo a las excavaciones, incrementando el número de los trabajadores, utilizando también
soldados.
El número máximo de la fuerza de trabajo se alcanzó durante el reino de Joaquín Murat, con 688 civiles y 1.500 zapadores del cuerpo militar de ingenieros civiles. Joaquín sucedió a José Bonaparte, que en 1808 pasó a reinar sobre España, y su mujer Carolina, hermana de Napoleón, fue la más animada defensora de las excavaciones de Pompeya.
En efecto, ella financió las excavaciones con ingentes fondos personales, apoyando además la idea de restituir una completa visión urbana, con la identificación precisa de la extensión del poblado, que entonces era desconocida, a través del seguimiento del recorrido de las murallas y de la expropiación de los terrenos en el perímetro. Carolina dio también un gran estímulo a la divulgación de los resultados de las exploraciones, a través de un intenso carteo con personalidades de toda Europa y de la promoción de la estampa de guías con planimetrías. En particular, entre 1809 y 1813, gracias a la munificencia de la reina, Charles François Mazois pudo trabajar en Pompeya a la redacción de una obra que es la recopilación de las excavaciones en el primer período borbónico, "Les ruines de Pompéi".
1748-1798
El 23 de marzo de 1748 el abad napolitano Martorelli, apoyado por el ingeniero militar Roque de Alcubierre, que creía haber encontrado hallazgos de la antigua ciudad de Stabia, abrió la primera obra de excavación en Civita, cerca del cuadrivio de las calles de Stabia y de Nola. Se encontraron monedas, objetos, estatuas, frescos y sobre todo la primera víctima de la erupción: un esqueleto. En esta etapa se realizaron exploraciones esporádicas y no orgánicas en varios puntos del área, que permitieron la individuación del embalse del Anfiteatro y de la necrópolis de la Puerta de Herculano, con los edificios adyacentes.
El escaso interés de estas excavaciones empujo Roque de Alcubierre a mover el área de acción de nuevo a Herculano. En 1750 hubo el feliz descubrimiento de la Villa de los Papiros con su inmensa biblioteca de 1800 papiros y la colección de estatuas de bronce. En 1754 las excavaciones en Pompeya con la exploración y el nuevo entierro de la Villa de Cicerón en la Puerta de Herculano, ya individuada en 1749, y de los Praedia de Julia Félix a norte del Anfiteatro.
Sólo en 1763, durante la excavación de la necrópolis de la Puerta de Herculano, se pudo acceder al cerro de Civita con la antigua ciudad de Pompeya gracias al descubrimiento de la inscripción de Titus Suedius Clemens, en que se mencionaba de manera explícita la Res Publica Pompeianorum.
De 1759 a 1799, con el reino de Fernando I y sobre todo gracias al estímulo de la reina María Carolina, las excavaciones siguieron de manera más rápida también por una planificación más cuidada, debida al nuevo director de las excavaciones, Francesco La Vega.
Entre
1764 y 1766 comenzó la excavación del área de los Teatros, del Foro Triangular y del Templo de Isis, que serán llevado completamente a luz a principios del siglo siguiente. Las obras se implantaron también en la zona noroeste de la ciudad donde, entre 1760 y 1772, ser exploraron parcialmente la insula occidentalis, la Casa del Cirujano y la Villa de Diomedes, a lo largo de la Calle de los Sepulcros, en cuyos subterráneos se encontraron dieciocho víctimas de la erupción y un tesoro de monedas de oro y plata.
1798-1815
 En 1798, después de la derrota de Fernando I, que quería marchar sobre Roma para expulsar los Franceses, el ejército del general Championnet se dirigió rumbo a Nápoles: el rey huyó, los Franceses conquistaron la ciudad y proclamaron la República Partenopea. Championnet, un hombre muy culto y al día de los descubrimientos pompeyanos, dio enseguida la orden de reanudar las excavaciones en el barrio meridional, donde se descubrió una casa que fue dedicada a él (Reg. VIII, Ins. 2, civ. 3).
La República Partenopea duró muy poco y ya en junio de 1799 los Franceses abandonaron Nápoles, pero Fernando I regresó solamente en 1802. Durante este tiempo los problemas políticos y la escasa contribución financiera causaron la suspensión de los trabajos de excavación. Sólo con la llegada de José Bonaparte, en 1806, el interés para Pompeya se renovó. El rey aumentó el grupo de trabajadores (alrededor de quinientos obreros) bajo la dirección del ministro Cristoforo Saliceti. En esta primera fase, todavía las búsquedas eran casuales hasta que el director del Museo de Portici, Michele Arditi, tuvo el encargo de elaborar un plano orgánico de las excavaciones y empezó a considerar un programa de expropiación de los terrenos privados en la zona arqueológica de Pompeya. Además, Arditi evitó las excavaciones aisladas, concentrándose en la zona de la Puerta de Herculano, donde se descubrió la Casa de Salustio. En 1808, José Bonaparte heredó el trono de España y dejó la corona de Nápoles a Joaquín Murat. Este y sobre todo su mujer Carolina demostraron inmediatamente mucho entusiasmo para la arqueología. La reina se mudó a Portici, donde podía controlar personalmente las excavaciones, animando y concediendo subsidios a los obreros, cuyo número en esta fase subió hasta 624. Exactamente bajo las ilustradas previsiones de la reina Carolina se concretizó el proyecto, ya pensado por La Vega y Arditi, de individuar e desenterrar la muralla para conocer la extensión de la ciudad. En esta década se intentará excavar por áreas topográficas, con la finalidad de juntar las obras de la zona sur (zona de los Teatros) con la zona de la Puerta de Herculano al norte y de las ínsulas adyacentes, explorando también el área central del Foro. Entre los descubrimientos más importantes hay que señalar la Basílica y la Casa de Pansa (Ínsula Arriana).
1815-1860
Con el regreso de Fernando de Borbón como rey de Nápoles, como consecuencia del Congreso de Viena, se creó de nuevo una situación de estancamiento en las excavaciones. Su escaso interés en la arqueología determinó una clara regresión con respecto al período de Murat, que llegó incluso a la venta de los terrenos expropiados y a la reducción del personal, hasta un número de solo 13 hombres en 1818.
Sin embargo, el mayor impulso se dio a la recuperación de los edificios del Foro, al barrio de los Teatros y a la zona de la Puerta de Herculano. Los años sucesivos, entre 1820 y 1830, vieron un fomento especial a las excavaciones en Pompeya no sólo gracias al mayor interés de Francisco I (que había sucedido a su padre), sino sobre todo porque la exploración sistemática de la Calle de Mercurio y luego de las ínsulas de la regio VI permitió el descubrimiento de casas interesantes desde el punto de vista arquitectónico y con ricas decoraciones de pinturas. Esta década terminó con el sensacional hallazgo del mosaico de Alejandro Magno y de los ricos mosaicos de la Casa del Fauno (1830-32). Francisco I tiene también el mérito de haber reanudado, después de medio siglo de interrupción, los trabajos de excavación de la ciudad de Herculano. Sus sucesores, Fernando II y Francisco II (que gobernó sólo por un año) no tuvieron el mismo interés para Pompeya y se limitaron en transformarla en un lugar de curiosidad y entretenimiento, una especie de museo al abierto para los invitados importantes, como aconteció con Alexandre Dumas en 1835, Pío IX en 1849, el príncipe Maximiliano en 1851. También en este período hubo importantes descubrimientos: en 1845, gran parte de las regiones VI y VII a los lados de la Calle de la Abundancia se llevaron a luz hasta el límite oriental de la Calle Stabiana, y se inició el desentierro de la Calle de la Fortuna y de la Calle de Nola y de las ínsulas que se asoman. Además, no se puede olvidar la importancia que tuvo para Pompeya la realización de la nueva línea de ferrocarriles, alrededor de 1840, que permitía
alcanzar con el tren desde Nápoles las excavaciones, accediendo desde la Puerta Marina.
Los edificios desenterrados entre 1815 y 1860
- Basílica (1813-19)
- Templo de Apolo (1816-20)
- Foro (1820)
- Edificio de Eumaquía (1820)
- Macellum y lado norte y este del Foro (1821-22)
- Templo de la Fortuna Augusta (1824)
- Termas del Foro (1824)
- Casa del Poeta Trágico (1824)
- Calle de Mercurio (1825)
- Casa de la Fuente Grande (1826)
- Casa de la Fuente Pequeña (1827)
- Cumplimento de la excavación de la Ínsula Arriana (Casa de Pansa)(1827)
- Cumplimiento de la excavación del Anfiteatro (1827)
- Casa de los Dioscuros (1828-29)
- Casa de Meleagro (1829-30)
- Casa del Centauro (1829-30)
- Casa del Fauno (1830-32)
- Casa de los Capiteles Figurados (1832)
- Casa de los Capiteles Pintados (1832-33)
- Casa del Labirinto (1834)
- Casa de Apolo (1835)
- Casa de Orfeo (1843-49)
- Muralla cerca de la Puerta Marina (1850)
- Termas estabianas (1854-59)
- Casa del Citarista (1858)
1860-1910
Después de la unificación de Italia, se reanudaron las actividades con nuevas orientaciones en los métodos de excavación y restauración y en la gestión de los aumentados recursos financieros y humanos. El cambio radical se debió también a la elección de confiar en Giuseppe Fiorelli para la dirección de las excavaciones y del Museo, que se ocupó del encargo con precisión sistemática y claridad de intención totalmente nuevas. Fiorelli procedió a la excavación integral de las ínsulas, completando las antiguas zonas de intervención en la regio VII, de todas las ínsulas a lo largo de la calle de Stabia y de los edificios adyacentes a la Puerta de Stabia y a la Puerta Marina.
Cuando Fiorelli pasó en 1875 a la dirección general de las antigüedades y de las bellas artes del Reino de Italia, la conducción de las excavaciones pasó al arquitecto Michele Ruggero, ya colaborador de Fiorelli a partir de 1864. Sin duda, éste fue uno de los períodos más activos para Pompeya, gracias a los nuevos métodos de excavación y a los descubrimientos que permitieron. Después del enfoque de Fiorelli de las grandes articulaciones urbanísticas de Pompeya, la excavación continuó hacia los barrios norte orientales, a lo largo de la calle de Nola. Entre las empresas más complejas y meritorias hay que mencionar la excavación de la Casa de las Bodas de Plata, con la reconstrucción del atrio y de la así llamada "sala corintia", y de las casas de terrazas en la parte meridional de la ciudad. Entre los descubrimientos más importantes encontramos: las famosas tablillas de cera (documentos de contabilidad) en la casa del banquero L. Cecilio Giocondo; la estatua del Sátiro con odre, la pintura con Baco y el Vesubio en la Casa del Centenario. Ruggero tiene además el mérito de haber promovido las primeras muestras en profundidad (en 1884, 1888, 1889) en el área del Templo Dórico y en el Foro, por los alemanes Duhn y Jacobi, y de las primeras búsquedas para identificar la antigua línea de la costa(en 1878). En el período que siguió, la dirección pasó a Giulio de Petra, famoso sobre todo por haber descifrado las tablillas de cera. Durante la primera fase de su encargo hasta finales del siglo, se continuó el desescombro de los barrio del norte de la ciudad (regiones V y VI), que permitió descubrir la Casa de los Vetti. Entre 1897 y 1898 se liberó la parte interna de las murallas entre las torres X y IX. Se dedicó atención especial al área del suburbio de Pompeya norte de la Puerta del Vesubio, con el intento de identificar el Pagus Augustus Felix suburbanus (asentamiento suburbano de época imperial). A esta época remontan las primeras excavaciones efectuadas por concesión a particulares, por ejemplo la excavación entregada a Gennaro Matrone a lo largo del canal del río Sarno para individuar el puerto de Pompeya (en 1899-1901). El nuevo siglo se abre con serias polémicas sobre la concesión de las excavaciones a particulares y la consecuente dispersión de hallazgos y pinturas: por ejemplo, la venta del tesoro de plata de la villa de Publio Fannio Sinistore en Boscoreale (excavada entre 1894 y 1900) a los banqueros Rothschild. De Petra fue injustamente implicado en los escándalos y sustituido brevemente por Ettore Pais. En 1905, Antonio Sogliano fue encargado de la dirección de las excavaciones y promovió un plano de intervención complejo y ambicioso que no logró terminar. Este plano contemplaba la exploración del subsuelo de Pompeya para individuar las fases de la época pre-romana (muestras Mau-Dorpfeld 1902-6) y la excavación de las necrópolis fuera de la Puerta de Nola y de la Puerta del Vesubio y de las tumbas samnitas en la Villa de las Columnas de Mosaico fuera de la Puerta de Herculano.
Los edificios excavados entre 1860 y 1910.
Los descubrimientos de Fiorelli
- Casa de Sirico (1862)
- Casa del balcón colgante (1862)
- Puerta Marina (1863)
- Callejón del Lupanar (1863)
- Casa de M. Lucrecio Stabia (1871)
- Templo de Venus
- Casa de Epidio Sabino
- Casa del Citarista
- Casa de Epidio Rufo

Los descubrimientos de Ruggero
- Casa de L. Cecilio Giocondo (1875-76)
- Termas Centrales (1877-78)
- Casa del Centenario (1879-80)
- Casa de las Bodas de Plata (1891-93)
- Sepulcros a lo largo de la calle de Nola (1886-87)
- Sepulcros a lo largo de la calle de Stabia (1889)

Los descubrimientos entre 1893 y 1910
- Casa de los Vetti (1894-95)
- Casa de M. Lucrecio Frontón (1895)
- Casa de los Amorcitos Dorados (1895; 1903-5)
- Tramo de muralla entre la torre X y XI (1897-99)
- Templo de la Venus pompeyana (1897-98)
- Muestras en el Templo de Júpiter (1897-98)
- Muestras en el Templo de Apolo (1897-98)
- Muestras fuera de la Puerta del Vesubio (1897)
- Castellum aquae cerca de la Puerta del Vesubio (1901-2)
- Casa del Ara Máxima (1903)
- Casa de los Gladiadores (1899; 1905-6)
1910-1961
Después de algunos años de luchas internas en la dirección de las excavaciones y un atormentado período de intervención administrativa en la Superintendencia de Nápoles, para dirigir las excavaciones se llamó a Vittorio Spinazzola, que logró dejar una huella nueva y personal en la conducción de los trabajos. Decidió de abandonar la excavación en el área norte para focalizarse en los barrios meridionales de la ciudad, zonas muy poco exploradas hasta entonces. El plano de Spinazzola consistía en reunir el Anfiteatro al centro de la ciudad y proceder con la excavación según las direcciones de las calles. Estaba convencido de que sistemas de excavación inadecuados habían provocado la destrucción de las plantas superiores de los edificios, cuya presencia era ampliamente comprobada por las pinturas halladas en Pompeya hasta entonces. En efecto, la excavación en la Calle de la Abundancia, la principal de la ciudad, confirmó su hipótesis, subrayando las fachadas de los edificios de varias plantas y revelando el aspecto productivo y comercial de la ciudad, que hasta entonces había sido considerada solo por sus ricas construcciones residenciales.
Entre los descubrimientos más interesantes recordamos la Lavandería Stephani y el Thermopolio de Asellina. En septiembre de 1924 Amedeo Maiuri fue llamado a la dirección de las excavaciones, y ahí permaneció por 37 años, hasta 1961. Por su actividad poliédrica y por la duración de su encargo, este período se considera como uno de los más activos e innovadores en la historia de las excavaciones de Pompeya. Continuando la obra de Spinazzola, Maiuri empezó la excavación en la Calle de la Abundancia, liberando las insulae de las regiones I y II, integralmente y sistemáticamente, de oeste a este. La finalidad era la unión con el área del Anfiteatro y de la Palestra Grande, que fueron definitivamente llevados a la luz. En el inmediato suburbio de la ciudad se completó la excavación de la Villa de los Misterios (1929-30), ya empezado entre 1909 y 1910 por el propietario del terreno, Item. Además, Maiuri, continuando una de las obras más meritorias de Murat, completó el aislamiento de todo el recorrido de las murallas de Pompeya (1933-34). En particular, resolvió el problema del retiro de los cúmulos de tierra de las excavaciones precedentes con la finalidad de la fruición total del área arqueológica. Llevó a la luz todo el frente meridional con las fachadas de las villas urbanas de la regio VIII (1954) y, siguiendo hacia el este, la necrópolis de la Puerta de Nocera (1936). Hay que subrayar otra vez uno de los aspectos más relevantes de su actividad de arqueólogo: la análisis sistemática del suelo de Pompeya a través de muestras estratigráficas, cuyos resultados fueron periódicamente publicados por Maiuri en la revista “Notizie degli Scavi di Antichità”. De esta manera, logró comunicar la sucesión cronológica de las etapas históricas de Pompeya, además de la imagen de ciudad-museo.
Edificios excavados entre 1910 y 1961
Los descubrimientos de Spinazzola
- Casa de Obelio Firmo (1911)
- Casa de Aulo Trebio Valente (1915)
- Casa del Criptopórtico (1916)
- Lavandería de Stephanus (1916)
- Thermopolio de Asellina
- Casa de Paquio Proculo
- Casa de los Ceii
- Casa de Pinario Cerial
- Casa del Moralista
- Casa de Octavio Cuartón

Los descubrimientos de Maiuri
- Casa de Fabius Amandio (1924-26)
- Casa del Cura Amandio (1924-26)
- Casa del Efebo (1924-26)
- Casa de los Cuadros Teatrales (1927)
- Casa del Menandro (1928-34)
- Casa de los Amantes (1928-34)
- Casa de los Cuatro Estilos (1937-41)
- Palestra Grande (1933-35)
- Villa de los Misterios (1929-30)
- Villa Imperial (1943)
- Necrópolis de la Puerta de Nocera (1954)
1961-1997
Los graves y crecientes problemas del mantenimiento ordinario y de la restauración de conservación de los edificios y de las decoraciones impusieron una reducción de la actividad de excavación después de la intensa actividad de Maiuri. A partir de de Franciscis, que le sucedió en la dirección de las excavaciones (1961), se intentó planificar intervenciones miradas a una recuperación global y al conocimiento del edificio. La excavación ya no procede en grandes áreas, sino se limita a núcleos individuales de edificios, con una atención particular a la conservación de los contextos.
Entre los descubrimientos más significativos de estos últimos años hay que mencionar: la casa de C. Julio Polibio, entre 1964 y 1977; la villa urbana de M. Fabio Rufo (VII, 16, 22), ya explorada por Maiuri en 1958 y definitivamente llevada a la luz en los años Setenta, la Villa de Popea en Oplontis a partir de 1964.
El terremoto de 1980 llevó una vez más a la luz el problema de la tutela y de la restauración de los centro arqueológicos involucrados en el área vesubiana. Como respuesta a esta catástrofe se realizó una campaña de levantamientos de daños por parte de los ingenieros militares y de sensibilización a nivel nacional e internacional.
Esto dio la posibilidad a Pompeya de disfrutar de fundos especiales de financiación (FIO-BEI), que permitieron intervenciones planificadas de la excavación a la restauración y a la fruición a nivel turístico en las siguientes áreas: regio II, insulae 1, 8, 9, y regio I, insula 20 a lo largo de la Calle de Nocera; la excavación en las Termas Suburbanas. A partir de 1987 se empezó a excavar en la regio IX de Pompeya, en particular en la Casa de los Castos Amantes que se asoma en la Calle de la Abundancia. A partir de 1989 se reanudaron los trabajos financiados por fundos especiales (FIO- BEI) para el cumplimiento de las excavaciones y la restauración de varias insulae de las regiones I y II.